martes, 30 de julio de 2013

10. GRUTA DEL AGOMARCA

GRUTA DEL AGOMARCA

Pétreo centinela de Tacabamba, silencioso testigo de sus avatares y mendigo sentado en un banco de oro: Eso eres cerro de Agomarca. 

Como todas las ciudades y poblados que se caracterizan e identifican por un cerro principal: Cutervo con su Ilucán, Arequipa con el Misti, en Anguía el Mirador, Chota el Samangay, etc. En Tacabamba destaca el Agomarca, situado al sur en la línea limítrofe con el distrito de Conchán, al frente del Kengo y La Quinta, puntos de entrada en la carretera que nos une a Chota.


Su configuración es eminentemente rocosa y grandes bloques de piedra irregular dan forma a sus laderas. Por su difícil y caprichosa formación es ideal para el deporte de aventura por el riesgo y emoción que representa el escalar y descender por cual quiera de sus flancos. Las personas que suelen hacerlo y están acostumbradas no ven mayores dificultades.

En época de Navidad el Agomarca es frecuentado por los buscadores y recolectores de achupallas que son plantas de adorno con fraganciosos botones blancos que son colocadas en los nacimientos o belenes.

El Agomarca está en la inspiración de los poetas, lo representan en sus versos como el coloso guardián o el amante galán de la hermosa Tacabamba. Es el fondo granítico de los paisajes grabados por los lentes fotográficos y fílmicos. Es contraste artístico de los colores que los pintores saben diferenciar entre el verdor de la campiña, el celestino azul bordado de cúmulos brillosos de blanco angelical y el reflejo cristalino del Tingo que dormita en su apacible quietud. En el campo musical, arranca del corazón la tonada, huayno o canción, con silbo, quena o acordeón, guitarra, palma y cajón. El Agomarca no falta en tacabambina creación, en la voz aguardientosa, de jaranero son, en el ayayay de los caminos y el artístico cantar de los románticos.

Con sus cuevas “arnajulcas”, la quietud de sus remansos o el rumor torrentoso de sus ríos, en las noches más oscuras y también en plenilunio, es el hábitat preferido de los diablos, duendecillos y minrhulos, según sus míticas leyendas que dan a Tacabamba un acervo cultural lleno de relatos, cuentos, anécdotas y comentarios de ribete popular. 


En su base brilla al sol su arena blanca de cristal que algún día serán procesadas en moldeaje y fundición, industria que forjará vidrios de gran calidad.

Demasiado sería asegurar que en sus entrañas está el oro de los ichcanes y yunkas que bien supieron acrisolar y venerar, atrayendo a los conquistadores españoles a partir de los colonos asentados en Caxamarca y Hualgayoc.

La toponimia del nombre Agomarca da como significado “señal o límite de mando”, ya que la voz AGU es de procedencia preincaica desconocida o confusa y MARKA que es voz quechua equivalente a señal.


(Reconocidos dinamiteros, trabajadores en piedra)

Este portentoso monumento megalítico natural está llamado a ser en el futuro no sólo uno de los símbolos característicos de Tacabamba por su adorno paisajista o motivo literario, sino porque sería un foco de atracción de miles de turistas y creyentes que imbuidos de fe acudan ante una imagen milagrosa en su ermita enclavada en lo alto de su cima, con senderos de subida y bajada, todo taladrado a mano y sin emplear artificios que pudieran atentar su valor natural que es lo que realmente puede interesar a los visitantes. Se cuenta con el mejor recurso que es la propia naturaleza y los artesanos de caracterizadas familias cuya especialidad es trabajar la piedra, los cuales hay muchos en nuestras campiñas: los picapedreros. Todo depende de la ilustrada capacidad, sano corazón y honestas manos de alguna autoridad edilicia con vastos horizontes, por quien tenga Tacabamba la suerte de ser administrada alguna vez, que pueda dejar una obra imperecedera, haciendo realidad este proyecto, previo los estudios, diseños y alcances arquitectónicos.

bocanegraaugusto@hotmail.es

“El gran amor y el gran desafío incluyen también el gran riesgo”. 

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