lunes, 24 de febrero de 2014

120.- MANUEL CAMACHO HERRERA

MANUEL CAMACHO HERRERA


            Entre los tacabambinos que se han distinguido en las lides contra la postración y el atraso de su pueblo, sin duda, destaca don MANUEL FRANCISCO CAMACHO HERRERA, no sólo por sus innumerables obras y recuerdos durante sus tres períodos como Alcalde, en una época en que no tenían sueldo y que los pueblos no recibían recursos del Estado, sino, porque supo dar lo mejor de su juventud y de su vida en busca del progreso y buen nombre de su tierra natal.
            Nació en Tacabamba el 28 de Septiembre de 1920, hijo de don Delfín Camacho Olano y de doña Zoila Herrera Delgado. Estudió la primaria en el Centro Escolar N° 63 “Salomón Díaz” y la secundaria en Lima en el Colegio Guadalupe. En 1947 inició estudios en la Universidad Mayor de San Marcos, los que tuvo que abandonar por razones familiares. Se desempeñó en casi una década como profesor de educación primaria en el Colegio Salesiano de la Capital. Heredó de su padre don Delfín, una manera des ser muy especial quien en su tiempo, sin necesidad de ocupar cargos públicos desbordaba en entusiasmo, altruísmo, activista de obras y festividades, soñador y pragmático del prestigio de su tierra, apreciado por el común denonimador de las gentes honradas y dignas, pero sin embargo fue mandado asesinar vilmente en 1922 por un grupo de señoronas bajo la iniciativa de Hermelinda Sánchez. El pueblo lloraba su ausencia. Durante un mes en los atardeceres las tristes melodías de la banda de músicos desde el mirador de Chalpón interpretaba yaravíes.
            En 1950 Manuel Camacho regresa a Tacabamba asesorando en la Alcaldía a don José Isidoro Gálvez, gestionando y consiguiendo el equipo de Radio Municipal, la dirección y ejecución técnica de la planta eléctrica antigua y accesorios para la iluminación de la plaza.
            Presidiendo el Concejo Municipal en tres períodos: De 1952 a 1957, de 1959 a 1963 y de 1975 a 1978. Entre muchas obras cristalizó las siguientes:
            Instauró la obligación y el hábito del vecindario en el barrido y conservación del aseo en las calles todos los días lunes. En su bioso corcel blanco supervisaba la labor para premiar o multar a los moradores.
            Creó el servicio de baja policía con personal exclusivo, lugares de acopio de basura y recolección con el uso de cajones cargados por burritos que pronto parecían amaestrados en su labor.
            Organizó el Archivo Municipal, aperturando libros de registro, encuadernación de documentos, vitrinas, etc. todo bajo un sistema de orden y conservación.
            La obra del Reloj Público que culminó exitosamente diversos y fallidos intentos de gestiones anteriores, para lo cual se efectuó una colecta general en campo y pueblo y fue comprado en Lima por el profesor Emiliano Gálvez Delgado y conducido masivamente desde Chota en hombros de voluntarios. El recibimiento fue apoteósico. Hasta hoy, desde aquel 1953 su precisión y campana marcan el ritmo cotidiano del vivir apacible y armonioso de nuestra ciudad.
            El Atrio Mariscal Ramón Castilla (1954) que sobre la base del “poyo de la iglesia” se construyó de material noble, convirtiéndose en un monumento a la belleza, solidez y ornato característico de la plaza.
            El encementado de las aceras de las principales calles de la ciudad con el aporte del vecindario y el apoyo de los fondos propios municipales. Dio una tónica de progreso urbanista.
            El alcantarillado de los servicios de agua para los surtidores en tres puntos de la ciudad, en las esquinas de jirón Lima con Siete de Junio, en una esquina de la plaza y el chorro de los tres corazones en El Agua Dulce.
            Se ensancharon los paseos del parque y los jardines. Se prohibió el hacinamiento y bosque de toldos y mercachifles en la plaza durante la feria de septiembre.
            Se reiniciaron los trabajos de apertura de la carretera Chota – Conchán – Tacabamba, poniéndose en práctica el servicio de faina de ocho días al año por cada ciudadano de 18 a 60 años de edad, con lo que la trocha quedó avanzada en un 80 %.
            Se creó el Colegio Cooperativo Municipal Bartolomé Herrera en 1960 a cuyo funcionamiento se apoyó grandemente y en los años siguientes se dio decisivo aporte a la construcción del local propio del Colegio Nacional Mixto Tacabamba en terreno de propiedad municipal.
            La obra de la Posta Médica que una compañía construía por licitación estatal en terreno municipal y que estaba abandonada por muchos años fue retomada por la acción municipal de Manuel Camacho, lográndose su culminación y puesta en servicio en pro de la salud de la zona.
            Se construyó el Parque de Aguas Confraternidad del barrio El Puquio canalizándose y adaptando sus manantiales.
            Se estableció el Pueblo Joven El Naranjito con repartición de terrenos de la comunidad y apoyando la construcción de viviendas para 42 familias de escasos recursos económicos.
            Se construyó el simpático, caracteristico y sólido puente de la Cruz con techo de calamina sobre el río Tacabamba en la ruta de las estancias más productivas: Chucmar, Pusanga, El Granero, Cumpampa, Chuaguit, Luzcapampa, etc.
            Se remodeló la Capilla de la Cruz del Puente y se dio impulso su fiesta de Mayo que el barrio del Puquio celebra anualmente.
            Se construyó los puentes de cemento El Chofer y El Papero en una de las quebradas que cruzan la ciudad, el de la Encañada sobre el río Lascano, el de Corillama sobre el río Tuspón, la Shita en Cumpampa, los Lloques en Nungo y el puente Manuel Camacho en La Legua.
            Se dio inicio a la construcción del Mercado de Abastos.
            Se compró el proyector del Cine Municipal que permitía la recolección de fondos para obras públicas, que posteriormente desapareció porque la competencia mandó robar sus lentes y nunca se preocuparon intencionalmente de reponerlos.
            Se organizaron los CONREDEPS o concejillos sectoriales que competían por el progreso de su barrio con apoyo municipal.
            La población accedió  entusiasta a usar el color celeste en la pintura que la municipalidad proveía para puertas, ventanas, balcones y zócalos en las casas de la ciudad. De allí surgió el nombre de “Sucursal del Cielo”.
            El último día de cada año el municipio procedía a premiar con diplomas y medallas a los mejores del año, por ocupaciones, oficios, acciones destacadas y todo aquello que podía ser objeto de estímulo para bien y prestigio de la localidad.
            Lo más valioso de estas obras cuya relación completa escapa al recuerdo, es la grandiosa participación comunal. La ciudad y el campo acudían masivamente a los llamados de su alcalde, cientos de faineros colaboraban con su trabajo, con yuntas y acémilas en las diferentes tareas, también con sus modestos aportes económicos, todo lo que conjugaba con el dinamismo de don Manuel Camacho, dejando una huella indeleble en cada hito de progreso y que reza silenciosa: “Tacabamba lo hizo....y  punto”.
(Personalidades rodeando a nuestro Alcalde)

            Perdura la labor informativa, recreativa y cultural de Radio Municipal en la voz primera y característica de su locutor Manuel Camacho: “ OAX4T, OAX4V..... RADIO MUNICIPAL TACABAMBA, AL SERVICIO DEL PUEBLO Y SU CULTURA”. Propalado por un sistema de altoparlantes, con derroche de música vernacular, criolla e internacional y en ocasiones, con participación artística de niños y adultos.
            Tacabamba también recordará al personaje del rubro por su elocuencia manifiesta en las mejores ocasiones y compromisos públios. Sus discursos floridos y metafóricos le daban gran popularidad.
            Se desmpeñó como secretario y tesorero en el Colegio Nacional Mixto Tacabamba y en el cargo se Subprefecto en Bambamarca y en Cutervo.
            Los vendavales del destino arrancaron a don Manuel de su querencia para radicarse en la urbe de Chiclayo, donde vivió sereno y contemplativo tras sus oscuras gafas, como quien esperaba ver infructuosamente: “quién da más, quién hace más por Tacabamba”....   difícil, pero cuando esto suceda, ya estará don Manuel Camacho en el sitial de reconocimiento ejemplar y gratitud que se merece. Falleció el 11  de  Abril del 204        . Sus restos descansa en el Cementerio Jardines de la Paz.
            Transcribo mi discurso fúnebre en sus exequias.
¡Manuel Camacho Herrera ha fallecido! , noticia infausta que como reguero de pólvora ha cundido por esta ciudad, y nuestros pies se encaminan a rodearlo como limaduras de hierro atraídas por la magnética memoria del hombre cabal, respetable y admirado, llamados por el imán del reconocimiento y gratitud al paisano notable, representativo e inolvidable.
Aquí, una lamentable y repentina sorpresa, muy lejos quién sabe, si este deceso  ya fue insistentemente anunciado las últimas noches por el agorero  tuco, visor de la muerte en las tinieblas, cuando acecha, buhonero guardián de los caminos, los campos y cantones, allá en tu entrañable Tacabamba, donde  ha escudriñado de seguro tus huellas y pasos bienhechores que quedaron por siempre esculpidos, donde sembraste la semilla de la altruista colaboración pueblerina, que regaste con el copioso sudor de tu esfuerzo para cosechar desde entonces los frutos satisfactorios del progreso de tu pueblo.
Razón debe haber habido entonces para que la gente, allá, comente una inminente desgracia, una pérdida valiosa, cuando las noches serenas rompen su quietud con el crujiente mecer de los sauzales ante el impetuoso vendaval que sólo se calma con el lastimero aullido nocturno de los canes, como se dice, ven pasar el alma de algún prójimo entre las nubes que ocultan con su luto la débil luz de la luna en mengua. Luego el silencio sepulcral permite escuchar el apacible manar de las aguas de los manantiales y el amplificado y prolongado eco bullicioso del río grande, para que antes del amanecer los ronderos sientan el amargor de su coca, como mal presagio. Los ruidos en las casas y las apariciones de escurridizos bultos han sido preludio de la llegada de la mala nueva: don Manuel Camacho disqué ha muerto en Chiclayo, para los que lo conocieron un recuerdo grato y para los que no, empieza la narración de su semblanza, de sus obras y de sus cualidades.
Efectivamente, Manuel Camacho Herrera se ha despojado ya de su atuendo físico corporal, ha dejado de latir su corazón y sus facultades sobresalientes se han paralizado para siempre, pero hay algo que él construyó, como una fortaleza inexpugnable ante la adversidad y ante el olvido, ante los años minimizados por su corpulencia, acerada salud,  preclara inteligencia, férrea voluntad y entusiasmo, ante la amenaza estéril de la ingratitud y el desconocimiento de su obra y trayectoria en aras del bienestar de  su pueblo.
Manuel Camacho trabajó e hizo obra por su pueblo cuando el cargo de Alcalde era ad honoren y los municipios no eran atendidos económicamente, en absoluto por el Gobierno, ni remotamente se pensó que con el tiempo sería el más rentable de los negocios y uno de los más codiciados cargos por supuesto. Tres largos períodos no le bastaron para demostrar su dinamismo, capacidad de convocatoria y eficiencia.
Heredero del tacabambinismo de su padre don Delfín Camacho Olano, querendón de su terruño, esforzado benefactor, ciudadano ejemplar, fiel seguidor de sus principios políticos, excepcional conductor de su digna familia, se sentía orgulloso de personificar a  Tacabamba.
Su labor trascendió los límites del distrito, cuando tuvo la oportunidad de desempeñarse eficientemente como Subprefecto de las provincias de Hualgayoc primero y Cutervo desdpués.

Súbitamente ha dejado de existir, pero su pensamiento plasmado en sus obras y en su reconocida grandilocuencia y oratoria, testimonian su paso por esta vida. Como lo está recomendando al mundo Gabriel García Márquez en sus muchos consejos  de despedida al encontrarse aquejado de una enfermedad terminal, entre otras cosas dice: “Nadie te recordará por tus pensamientos secretos, ten fuerza y sabiduría para expresarlos”, eso precisamente ha hecho en vida Manuel Camacho y sin duda que lo recordaremos también por la expresión fuerte y sabia de sus ideales.
Familiarmente, ha sido el último de cinco hermanos de los cuales no podemos dejar de recordar a don Julián Camacho Herrera un distinguido profesor y hombre público.
Deja esposa y una pléyade de hijos ya realizados en la vida, depositarios en este momento de dolor de la condolencia de familiares, paisanos, vecinos y amigos que nos hacemos presente para decir el último adiós a don Manuel, ellos, sienten el pesar de perderlo, pero llevarán consigo no solamente su recuerdo cariñoso, sino el compromiso de seguir su trayectoria luminosa.
Así como el Presidente  del Club Tacabamba, el Ing. Jaime Fernández Olivera ha traído la voz de su institución, así lo hago a nombre y por encargo de las Hermandades Señor de la Misericordia, e Inmaculada Patrona de Chota.
Descansa en paz amigo y paisano honorable don Manuel Camacho Herrera.
Chiclayo, 12 de Abril de 2004.                            Augusto Bocanegra Gálvez.

bocanegraaugusto@hotmail.es

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