jueves, 8 de agosto de 2013

107.- POR RUMBOS DIFERENTES


 POR RUMBOS DIFERENTES

Son hasta hoy dos casonas de estirpe colonial, una frente a otra en la plaza de Tacabamba: Una al lado este en el jirón Cusco, era habitada por la familia de su dueño don Lázaro Cotrina y esposa doña Ercilia Loayza y la otra, al lado oeste en el jirón Ocho de Octubre, que era habitada por la familia de su dueño don Fernando Herrera y su esposa Zoila Delgado. Ambas residencias, como muchas otras, de dos pisos y techo de teja, tienen sus tiendas a la calle, un zaguán de ingreso de ocho por tres y medio metros y arco interior, un amplio patio empedrado con jardines, sala grande enfrente y dos ambientes a cada costado, más un pasadizo que lleva al tras patio o corral y cocina y una escalera o grada que conduce a varios ambientes en el segundo nivel.

Eran estas dos familias económicamente pudientes, los vínculos de amistad  muy sólidos, de igual manera entre los hijos e hijas según su edad. Entre ellos me voy a referir a  Lázaro  Cotrina Loayza y Víctor Antonio Herrera Delgado.


(Lázaro Cotrina Loayza  y  Víctor A. Herrera Delgado)

Dos amigos inseparables en sus juegos, estudios primarios , reuniones familiares en su tierra natal, en el Colegio San Juan de Chota, en el Colegio San Ramón de Cajamarca y en Lima como postulantes y cadetes  de la Escuela Superior de la Guardia Civil y Policía en 1930.

Todo tiene su final y a veces por actos circunstanciales se da un alejamiento no sólo de las personas sino también del rumbo y misión a cumplir tanto en la vida, como en la posteridad.

Fue una simple fotografía que cambió el designio de sus vidas, cuando al finalizar el primer año de estudios superiores y habiendo regresado a sus hogares en vacaciones, mostraron su primera foto como cadetes en la que aparecían con el pelo rapado.

En casa de los Cotrina no pasó nada, pero en casa de los Herrera se sorprendieron  y alarmaron sobremanera, a tal punto que no les pareció bien que su hijo Víctor sea soldado y peor que esté con el pelo al coco, como se decía, aduciendo injustificables prejuicios. Los padres y hermanas determinaron que no seguiría más la carrera militar.

Víctor Antonio tuvo que seguir estudios en la Escuela Normal Superior de Lima y abrazó la carrera  docente.

Mientras tanto Lázaro se graduó como Subteniente de Policía y siguió desempeñándose y ascendiendo hasta el máximo grado de General en la carrera policial en diferentes ciudades del país. 

Víctor Antonio se graduó de Preceptor y regresó a Tacabamba para ejercer la docencia en la Escuela Fiscal N° 63, donde a sumo llegó a ser Director de dicho Plantel.

Sin duda que ambas carreras son dignas e importantes, pero a lo que voy es que  la diferencia es personal y tiene que ver con el sentimiento telúrico con respecto a su terruño y su gente.


(Emiliano Gálvez, Francisco y Víctor Herrera, Lázaro Cotrina)

Víctor A. Herrera D. cumplía su labor con gran entusiasmo y cariño por los niños, caló profundo en el corazón de los padres de familia y el pueblo todo, porque además de la docencia era un ciudadano muy útil a la sociedad, realizaba trabajos especiales en mecánica y carpintería, puso en servicio una pequeña planta hidroeléctrica que funcionó muchos años, instaló los primeros aparatos de radio, instaló y reparaba el reloj público del frontis de la iglesia, tenía un cine con el que la población se recreaba cada ocho días y durante muchos años, hizo funcionar la fábrica de aguas gaseosas ALVIC, tocaba la guitarra y cantaba con sus amigos más cercanos, formó el Club Gastronómico con ellos, socialmente era un personaje distinguido, cuando pasó al retiro magisterial trabajó como Gobernador y cuando hubo de radicarse en Chota también se desempeñó como un ciudadano útil y notable. Su nombre se vocea como de ningún otro: "Colegio Víctor Antonio Herrera Delgado" y su semblanza es parte de todo buen tacabambino.


De Lázaro muy poco y casi nada se sabe, tal vez una o dos veces visitó brevemente Tacabamba y por circunstancias muy especiales, su nombre había cambiado a José Cotrina Loayza y desempeñó su profesión en ciudades capitales del sur del país. A mucho su gentilicio descendía a  ser "cajamarquino". Prácticamente  es un "notable desconocido" en la tierra que le vio nacer.  Jamás se supo de un recuerdo para su pueblo ni de un servicio para alguien de su gente.

Puede que haya algunos otros casos aislados de esta muestra negativa o de indiferencia. Pero no todo es ingratitud, otros tacabambinos, oficiales y clases de policía como Juan H. Bernal, Carlos Cardozo Zevallos, Clarciel Zalazar Villegas, Ricardo Herrera Alva, Miguel Antonio Paredes Portocarrero, Fabio Camacho Herrera, Víctor Vásquez Guevara, Segundo Ramón Gálvez Gaona, Luis Gaona Cardoso, Víctor Tiravanti Cardozo y muchos otros,  son muy gratos con Tacabamba y sus paisanos . Como con ellos, el terruño cuenta con un amplio contingente de profesionales en todas las ramas que saben brindar por él con la copa del cariño, el orgullo y la gratitud.





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