sábado, 25 de julio de 2015

144 .- LA SUCURSAL

LA SUCURSAL
Definamos lo que es sucursal: Casi siempre se refiere a un establecimiento comercial, en el sentido de ser uno o varios que dependen de otro que es la principal y que desempeña las mismas funciones. Por ejemplo el Banco X tiene su sede principal en Lima y sucursales en otras ciudades. A veces se pregunta: ¿Es la firme o la sucursal?
Pero no nos desviemos del asunto esencial, vayamos a comentar sobre otra clase de “sucursal” : LA SUCURSAL DEL CIELO.
Imaginemos al Cielo como un lugar hermoso, privilegiado, donde todo es felicidad y alegría, un paraíso celestial, un premio o recompensa para las personas que se portan bien. Su mayor administrador es el mismo Dios, otro puede ser San Pedrito. 

Había una vez, allá por los años primeros del sesenta del cambalache siglo XX que ya pasó, dos amigos en la capital de la república se pusieron de acuerdo para viajar juntos a la tierra natal y encontrarse en su tradicional fiesta patronal. Uno era José Paredes Vidaurre (Pallano) y el otro era José Fernández (Chepo). El primero viajaba todos los años y nunca iba con las manos vacías, llevaba costosos regalos para el Patrón Misericordioso, como túnica, estandarte, milagro orfebre de plata fina, flores artificiales, cirios artísticos, fuegos japoneses de artificio, partituras musiclales para las bandas de músicos. Etc. Chepo iba de compañía ayudando en el cuidado de las ofrendas.
Ya había la carretera Chota, Conchán, Tacabamba y después de tres días de viaje desde Lima se encontraron de pronto en el Kengo, curva vial frente al Agomarca que muestra de improviso el hermoso valle de nuestro terruño. Hicieron parar la camioneta que los conducía, bajaron, tendieron sus miradas bajo la palma de sus manos y juntos coincidieron en exclamar ¡MI TACABAMBA!, se confundieron en un abrazo prolongado, El Pallano se postró de rodillas y sus lágrimas empaparon sus mejillas. El Chepo hizo lo propio.
Escudriñaron el panorámico paisaje. Cielo azul intenso con cirros y cúmulos de brillantes nubes blancas. El verde matizado de playas, sauzales y sus cerros. El serpentear de los ríos y puquiales cristalinos. Los caminos por doquier con sus siluetas curvas y zigzageantes. En fin todo, todo se mostraba ante ellos como el encanto de sus sueños.

Pero la ciudad que se tendía siempre en la base de la colina de enfrente al fondo del valle, como un viejo que se muere. Ya había rejuvenecido de repente y parecía un reflejo, un espejismo del inconmensurable firmamento, un cuadro al óleo de pintor ignoto: todas sus casas blancas pinceladas de celeste en sus puertas y balcones, todas por igual, y sus tejados rojizos como nubecillas del atardecer veraniego del oeste.
Los demás pasajeros los contemplaban complacidos, momento en que José Paredes dice a voz en cuello ¡Que linda está mi tierra! ¡Está como el Cielo, es el Cielo! Y José Fernández lo secunda diciendo: ¡CON QUE SEA LA SUCURSAL DEL CIELO ME CONFORMO!

Encaramados nuevamente en la camioneta bajaron por La Quinta, el Parque Delicias, La Chavilga y cruzaron el río Tuspón, para entrar luego por las calles y bajar en un punto cercano a la Plaza, pues ella y calles aledañas estaban tomadas por gran cantidad de comerciantes ambulantes o mercachifles.
¿Qué había pasado? Que el Alcalde don Manuel Camacho Herrera y sus concejales habían dispuesto que toda la ciudad luzca de blanco en las paredes de sus casas y de celeste en sus zócalos, balcones, puertas y ventanas que daban a la calle. Cómo estímulo la Municipalidad donaba la pintura celeste a los propietarios y ocupantes. El uniforme citadino había sido acatado y elogiado por un 95% de la población. Aunque no faltaron algunos discordantes y criticones.

Desde aquella Fiesta de Septiembre en que se comentaba el incidente narrado, quedó el apelativo de “Sucursal del Cielo” para la bella Tacabamba, el mismo que se menciona de manera verbal y en todos los escritos referentes.
bocanegraaugusto@hotmail.es
Chiclayo, Julio del 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario