martes, 30 de julio de 2013

16. HERMANO ÁRBOL LIMONERO

HERMANO ÁRBOL LIMONERO

Pocos días hacen que estuve de visita en mi tierra natal, la bella y progresista ciudad de Tacabamba en la serranía norteña , cual diamante engastado en presea de oro, reluciente, con un sol espléndido y un frescor de naturaleza viva aromatizado por los azahares de la lima y el esmeralda color de sus campiñas que reconforta y agrada sobremanera.


Eran las diez de la mañana de un día 10 de junio cuando arribábamos con un grupo de universitarios. Desde el Kengo diviso con claridad los dos gigantescos brazos que se abren en el centro del poblado para recibir a sus hijos y visitantes que retornan a su querencia, su robusto cuerpo tiene cabeza con cara de reloj y parece sentado sobre sus extremidades inferiores (dos locales públicos) como dos cofres repletos de testimonios y recuerdos. Una multitud de techos lo rodean y se extienden como gentío en manifestación bolivariana.

Una joven sentada en la ladera del cerro Chalpón también abre sus brazos y en alto agita su pañuelo blanco que con el apacible viento modula la silueta del Redentor (Estatua gigante de Jesús). Él también se suma a esta recepción. ¡Qué más se puede pedir! ... Un coro de pajarillos lanza su música celestial. Los manantiales de la Quinta echan burbujas a nuestros pies y sus pececillos se alborotan de repente. En la parte posterior. cual decorado lítico, imponente, inflexible, guardián imperturbable, incorruptible: el “Agomarca”, parece que nos custodia, lleguen nos dice con su mutismo misterioso, yo soy testigo y juez, los siglos y milenios me hacen más fuerte cada día.

Confiado busco en lontananza mi escuela “Salomón Díaz”, refugio de mi niñez cuando era la 63 y de mi juventud y adultez como uno de sus profesores, es la actual 10446. Sé que ha subido unos peldaños desde la plaza hasta el Naranjito. Efectivamente está allí, tres pabellones se destacan, luciendo vistosos colores. Está de fiesta, el doce celebra su primer centenario (1905–2005) como estatal, hay mucha razón, entusiasmo y júbilo en todo Tacabamba. Delante y tras mío arriban paisanos formando delegaciones de muchos lugares portando sus presentes.

Raudo el vehículo baja por las curvas carreteras hacia el valle hermoso, un moderno Mini Complejo Deportivo nos sugiere visitarlo, y de pronto estamos recorriendo la avenida Salazar Fonseca, entramos luego por algunas calles encementadas hasta la plaza de armas. Nos rodean niños, profesores, familiares y amigos. Llegamos a la “Sucursal del Cielo”.

Tengo la invitación de los nuevos dueños de la casa paterna, me dirijo a ella, veo casas muy bonitas, otras no lucen tan bien porque sus dueños viven en el campo, algunas se caen a pedazos porque hasta hoy no han sido vendidas desde cuando sus dueños emigraron o murieron. Me asalta la nostalgia, ¿cómo estará la casa de mis extintos padres?. Llego a la esquina de los jirones Lima y Siete de Junio, contemplo mi ex casa, parece


conservada, alcanzo la portada, la empujo y entro. Oh que sorpresa, el patio renovado, modernizado. Fijo instintivamente la mirada en el jardín, también ha sido renovado, pero él está allí: ¡mi hermano!.

Todavía erguido, su follaje es escaso, sus frutos mucho menos de lo que imaginaba, su tronco añejo se bifurca en ramas agobiadas con una corteza llena de musgos. Una de ellas todavía exhibe la profunda cicatriz que le causara el jumento que descargado de la leña comprada para el fogón de la cocina, afiló sus cortantes muelas en el joven árbol ante el descuido de los dueños y el leñatero, hacen ya como cincuenta años de eso. Por mucho tiempo los limones de esa rama maduraban con una herida en su cáscara sutil.


Dejando la maleta en el piso me acerco a él y le tiendo mis brazos en ademán de abrazarlo. Lo estrecho y lo saludo: - ¡mi querido hermano Limonero!, aún estamos en pie..... - y lo estaremos de seguro ja, ja, ja, me responde con el suave vaivén de la brisa mañanera. - Es cierto acoto, apenas son sesenta y cinco años que pesan sobre nuestros hombros. - Así es, me alegra verte por aquí, estamos en nuestra casa, pasa y descansa, (parece y estoy seguro que oí con la imaginación o pude ver con los ojos nublados por las lágrimas).
La casa está para albergarme, pero mi madre ya no grita de emoción y de alegría al verme antes de abrazarme, como solía hacerlo cuando llegaba de algún tiempo. Sólo su recuerdo ilumina mi mente, ella también se fue al final para nunca más volver.

Mi padre ya no sale presuroso de su tienda para darme la bienvenida y entablar amena conversación. Claro, fue el primero que dejó la casa para descansar por siempre en el regazo de los justos. le visitaré luego en el cementerio, contemplaré la tumba que mora y pensaré mucho en él, recordaré el 3 de junio día de sus cumpleaños y le dejaré mi abrazo simbólico por el día del padre que está cerca, el domingo 19.

Los hermanos Luis y Elva están tan lejos que sólo un milagro ocurriría para vernos en la que fue la casa paterna y sentirnos hijos de nuevo para abrazándonos llorar por los viejos queridos y reír por la vida que juega con nosotros.


Conversemos ahora hermano Limonero, - si hermano Augusto, necesitamos hacerlo. - Recuerdas cuando sentados padres e hijos en este pretil que era de piedras azules labradas y hoy es de pulido ocre rojo, conversábamos como ahora, - papá Reynaldo decía que éramos hermanos mellizos, - si por supuesto, esas piedras están delimitando ahora este jardín, pero repite la historia, que otros están deseosos de saberlo. -

Una vez, al principio de la vida en el hogar, mamá Ofelia tenía síntomas de alumbrar a su segundo vástago e hizo llamar con Carolina a papá Reynaldo que estaba por la plaza, presuroso llegó y enseguida salió rumbo a Chiguiríp a una hora de camino, para traer a su comadre Aurora, la partera que hacía algo más de un año ayudó a traer a este mundo a mi hermano Luis. Ya en aquel lugar, la comadre se disponía a viajar a Tacabamba como lo tenía ofrecido, cuando papá al ver en frente de la casa de campo aquella, varias plantitas pequeñas de limón, pidió una para llevarla a casa, y al concederle gustosa, hundió la barretilla para aflojar sus raíces y con las manos metidas en la tierra fértil, la sacó y colocó en un tacho viejo para conducirla por su asa.

Así fue el viaje a pie de los compadres que conversaban muchos temas, y ya en casa, mientras la comadre Aurora atendía a la parturienta, el papá plantaba el arbolito en el jardín, - han nacido aquí y han crecido juntos nos decía, bajo nuestros cuidados y esperanzas. – Muy cierto.
Cuando yo, que me decían Chachí, traía de la escuela los calificativos y hacía los mandados, tú, Limonero dabas también tus sabrosos frutos para condimentar la sopa y ensaladas.- Me alegra que lo recuerdes. -
Y por qué te llamaban Chachí hermano Augusto, - porque cuando lloraba en la cuna, Luchito que a penas caminaba, avisaba a mamá Ofelia y ella decía que hay que mecer al muchachito, y cuantas veces ella mencionaba la palabra muchachito, Lucho repetía Chachí, Chachí, por decir esa palabra.-

Tenemos vidas paralelas hermano Limonero, - claro que sí hermano Augusto, - recuerdo tu abundante ramaje lleno de hojas y azahares, - también yo recuerdo tus amigos, juegos y alumnos numerosos. - Tus limones que llenaban canastas para vender y obsequiar a los vecinos y familiares, - recuerdo tus clientes que siempre te buscaban y tus hijos, todos ellos, que me querían y elogiaban. -

Pensaba.... si un solo limonero es tan importante en la familia, cómo sería contar con una docena de árboles como tú. – los tuviste más de cien en “El Carricillo” – si pero renuncié a ellos porque la gente mucho los depredaba – ¡ qué pena !, .... - así mismo decía yo hermano, si habrían más Augustos, otra cosa sería Tacabamba, - no merezco tus elogios, - yo tampoco decía el Limonero. -Simplemente cumplimos con nuestro deber, ayer, hoy y siempre. Y cuando muramos nuestros hijos en cualquier lugar serán mejores que nosotros. – Seguramente conservarás un tronco o ramaje mío en tu casa – Buena idea, y lo llevaré conmigo en el féretro de mis restos ese gran día, tal vez pida una ramita llena de tus azahares y algún fruto que perfumen mi adiós a este mundo lleno de contrastes e ingratitudes.
¿Nos volveremos a ver? - Por supuesto hermano Limonero.



Las actividades del I Centenario de la I.E. 10446 de Primaria e Inicial, fueron muy nutridas, interesantes, bien organizadas y de mucha esplendidez: Culturales, deportivas, cívicas, folklóricas, festivas, turísticas, etc. en diferentes lugares de la ciudad, especialmente en su moderno local del Naranjito.

Cuatro días no fueron suficientes para departir con tantas amistades. Gozamos de las finas atenciones de nuestros paisanos y familiares.

Llegó el final, la despedida; llevo una grande satisfacción de haber tenido la oportunidad de visitar a mi tierra en el Centenario de su Escuela más antigua y de haber estado siquiera unos pocos días al lado de mi hermano “Limonero”, mi entrañable y simbólico hermano árbol. (En Oct. 2009 pude ver una foto del jardín, el limonero ya no está, solamente mi congoja y mi recuerdo)

Chiclayo, 20/06/05 Augusto Bocanegra Gálvez" -

bocanegraaugusto@hotmail.es

Al árbol se le conoce por sus frutos" (Jesús)

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