DESMAYO DE LA LUCHA
Los apacibles días en los que discurría la vida en mi pueblo del ayer, se vio de pronto interrumpida por el alboroto que la noticia voladora de los periódicos parlantes que corrían por las empedradas calles de aquel año 1974 una soleada tarde desde el barrio Dos de Mayo, pregonando: ¡Se muere la Lucha, se muere la Lucha! y mucha gente iba a verla ante la inesperada, chismográfica y mala noticia.
Este nombre responde como apelativo de un personaje típico y muy popular en nuestro medio. Se trata de Luis Terrones Oblitas, natural de Puña, hijo de Francisco y Filomena, y que desde 1970 llegó a trabajar en casa de la familia Cardoso Zevallos procedente de la campiña El Gualango que está en dirección de Sócota separados por el río Guineamayo confluente del Tacabamba.
Se encargaba de conducir el hato de ganado vacuno, a la vez el ordeño de vacas Holstein, la consiguiente conducción y venta de leche y además los quehaceres de la casa, trabajador, servicial y comedido durante muchos años. Desde joven usa el pelo largo, bayeta, alforja, hila, tuerce con rueca, ovilla y teje pañones, es imberbe y sus modales son notoriamente femeninos, pese a que su ropa es de uso masculino incluyendo el sombrero palma. Casi nadie lo trata por su nombre, gusta que le digan Lucha.
La familia referida le donó un cuarto en la casa que tenían en la primera cuadra de la calle Dos de Mayo. Después la cambiaron con una casa situada al comienzo del camino al mirador Cruz de Chalpón. Finalmente la Municipalidad para facilitar las obras urbanas ha reubicado su casa al lado de una plataforma deportiva en la base del cerro Chalpón y que todos conocen por "cancha de fulbito de la Lucha".
Aquella vez desfallecía al estar desmayado, posiblemente por causa de alguna contradicción, cólera o no sé que pudo haberle sucedido. Lo cierto es que pese a las atenciones de los vecinos y gente conocida que le frotaban con alcohol, agua florida, perlas de éter, etc, la Lucha no reaccionaba. Muchas caras mostraban su aflicción y extrañeza.
Llegaron al lugar los jóvenes Carlos y Manuel Cardoso Zevallos y también se mostraron muy preocupados. Después de un buen rato y ante la aglomeración de personas que llenaban el cuarto, Carlos dijo fuerte y bien claro. “Aprovechemos que está soñada para ver si es hombre o mujer de una vez por todas”, muchos asintieron moviendo la cabeza, otros a media voz “si, si, revíselo, revíselo”. Santo remedio, la Lucha dio un salto de la tarima y diciendo, “ba, ba, que pue se han creíu estos piquientos” emprendió carrera hacia el corral y se encerró en la cocina.
Todos festejaron entre risas y comentarios este curioso episodio de la vida real.
Otra vez, los maestros del SUTEP en huelga, recorrían las calles voceando slogans revolucionarios, uno de ellos era: ¡PUEBLO, ESCUCHA Y VAMOS A LA LUCHA!
Asustada nuestra protagonista en medio de espectadores en una esquina de la plaza exclamaba: "vaya, estarán locos los mestros, tantos que son y quieren irse a mi casa". "De uno en uno si quieren o sinó tranca".
En la familia se habían quedado sólo mujeres, de lo que alguien molesto por la separación familiar, con frecuencia bajaba mareado del Alto Perú y al pasar por la casa en mención, vociferaba insultándolas. En una de esas llegaba del campo la Lucha y decidida a hacer respetar a sus niñas como él decía, sacando del cinto el palo de la rueca con el que hilaba, le asestó tal golpisa al borracho que apenas pudo escaparse, gritándole finalmente delante del curioso público: "Maricón, porque nos ves mujeres vienes abusar, grandazo, no vales para nada".
Cuando una de sus niñas se casó con un apuesto joven, quedó muy dolida, lloraba y sufría comentando con la gente, al final les decía: "El consuelo que me queda es que este ingrato es mi pucho, es mi pucho". (comida que sobra en el plato).
Ahora su vida es independiente, pero ha adoptado un niño que debe ser ya todo un hombre. Es popular en el sentido que todos le dan un buen trato y recurren a él (o ella) para hacer tratos de tejidos, comprarle gallinas y especialmente buenos cuyes que los cría con esmero. Ah, ha dejado de usar el característico sombreo.
También es popular porque está en boca de muchos jóvenes que entre bromas y risas se achacan ser sus amigos favoritos. Cuidado con "el muco" dicen.
Así es que ya saben, si va a Tacabamba, visite a la Lucha que le venderá lo mejor de su corral y luego, remate en el Alto Perú.
Chiclayo, Agosto del 2011 - bocanegraaugusto@hotmail.es
“Algunos pueden decir que la apariencia no importa, pero la sociedad demuestra lo contrario constantemente”.
“Lo que más nos hace felices es servir a los demás”.
“Hay una moral femenina y una moral masculina como capítulos preparatorios de una moral humana”. (Enrique Federico Amiel)
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