miércoles, 31 de julio de 2013

99.- CHASCARRILLOS CHOTANOS

CHASCARRILLOS CHOTANOS

Durante la guerra con Chile, los soldados del país sureño cuando invadían Lima y el norte peruano solían decirse entre sí: “Como dijo Baquedano, al chotano ni la mano”. Esto porque sabían que su máximo jefe Manuel Baquedano había expresado esta sentencia debido a que los chotanos participaban activamente y por todos los medios en la contienda y por tal razón se propusieron castigar al lugar de su origen, como en realidad lo hicieron (1882). Posteriormente siguió usándose entre los peruanos a modo de chascarrillo “al chotano ni la mano”, hasta hoy, especialmente entre los pueblos vecinos los cortan con esto, escuchándose casi siempre como respuesta: “al chotano la mano, como hermano”. 


Un chofer chotano viajaba a Chiclayo sin carga completa en su camión, por lo que iba recogiendo a cuanto carnero y oveja encontraba a los lados del camino carretero, pero ya había sido aguaytado y denunciado en uno de las comisarías del trayecto. Al llegar a Huambos fue detenido y en su descargo decía que solamente había hecho caso al clamor de los ovinos que le gritaban: llevaMEEEEEE llevaMEEEEEE , que él los llevaba y que por tanto no tenía culpa.

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Iban dos chotanos a Cutervo arreando sus pollinos y en el camino se encuentran con un cutervino montado en buen caballo. Éste les dice: ¿a dónde van los cuatro? y uno de los chotanos le responde: “vamos de maestros a Cutervo”.

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Por cierto tiempo apodaban a los tacabambinos “burros benditos”, felizmente ya se ha olvidado. Y todo esto porque el alcalde en 1955 bendecía las obras realizadas en su gestión, entre ellas el servicio de baja policía, consistente en cajones diseñados para vaciar la basura recogida de las viviendas a lomo de dos fornidos jumentos. El momento de la bendición el cura se vio un tanto extrañado y ordenó previamente que los burros sean descargados y retirados, solamente bendijo los pintorescos cajones. 


Sin embargo corría la noticia que los burros también habían sido bendecidos y con padrinos. Cuando se bendijo los S.S.H.H. municipales el padrino “lente siete” entregó en vez de un sobre un paquete que después al ser descubierto, resultaron ser dos rollos de papel higiénico.

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Era Semana Santa, Domingo de Ramos precisamente, salía en procesión San Ramitos, acondicionado en un burrito y con numerosos fieles acompañantes, había llovizna y la neblina se había cerrado en las calles de Llama, la visibilidad era casi nula. 


Se escuchó un prolongado rebuzno y el pollino desapareció con todo santo. Algunos feligreses que felizmente portan cruzada la beta en el pecho, por costumbre, salieron corriendo para echar lazo al enamorado burro por las calles aledañas; no era ubicado. Al fin, parecía que fue encontrado infraganti y tirando a ciegas de los lazos, uno de ellos gritaba que ya lo conducía jalado a la plaza, pero al llegar en medio de la multitud se dieron cuenta que había enlazado a San Ramitos que todo maltrecho y embarrado era objeto de las atenciones de los sorprendidos feligreses.

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El subprefecto de apellidos Cacho Sousa (cajamarquino) trabajaba algunas noches hasta muy tarde y más de media noche, fumando interminablemente por supuesto. Una de aquellas se agotaron sus cigarrillos y decidió salir para ver cómo podría agenciarse de algunos. Las calles estaban desiertas, las tiendas cerradas. Parado en la esquina de la plaza logró husmear olor a humo de cigarro que salía de la tienda de don Juan Aquino (cataquense). Decidió tocar la puerta, lo hacía con insistencia, no le hacían caso. Hasta que al fin contestó Aquino: ¡QUIÉN ES¡ - yo Cacho – “AAAANDA A CACHAR A TU ABUELA” – ¡Soy el subprefecto Cacho Sousa! - “AHHHH HABÉRMELO DICHO AAAAANTES” - Aquino jugaba a las cartas con tres amigos - abrió, se disculpó, vendió los cigarrillos y entre risotadas siguieron jugando hasta el amanecer. (el verbo cachar tiene varias acepciones según el lugar donde lo usa: quebrar, romper, observar, encontrar, sorprender, acto sexual, hacer el amor, etc)

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César Cardozo Sánchez tenía fama por malograr el día, pues a donde llegaba llovía. Una vez visitaba su terruño y estando reunido con familiares y amigos que festejaban entusiastamente se presentó un reconocido campesino para saludarlo, portaba bajo el poncho al hombro y brazo una gallina, preguntó por el susodicho y lo hicieron pasar. ¿QUÉ SE TE OFRECE DOCITEO? Preguntó el personaje. HACE TIEMPAL QUE ESTAMOS SUFRIENDO LA SEQUÍA Y LE TRAIGO PAL CALDO DON CESITAR PERO QUE YA LLUEVA LE SUPLICO. Fue un gran motivo para reír a carcajadas, pero no terminaban de tomar el caldo cuando entre rayos, relámpagos y truenos se desencadenó la tempestad que terminó con el prolongado verano, tanto que ya no se pudo ver la tarde taurina. 


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OTRAS DE JUAN AQUINO: Rechoncho y bajo de estatura, amable y muy ocurrente, era un comerciante ambulante procedente de Catacaos y que viajaba por las fiestas de los pueblos serranos. Terminó radicando en Chota donde formó familia. En septiembre llegaba a Tacabamba la antevíspera de la feria de todos los años, directo a la Escuela 63 en busca de aposento, y saludando al Director le decía con su tono característico piurano: “Ya llegó Juan Aquiiiiino don Victorciiiiiito, bótelos ya a estos muchaaaaaachos que voy a descargar mis mercancíiiiias”. El director Víctor Herrera ordenaba entonces asueto por la semana festiva, por eso la muchachada esperaba ansiosa la llegada de Aquino.

En las comilonas que acostumbraba son sus amistades, en el momento de las cuyadas en el consabido silencio, en puro piurano exclamaba: “Cooooman pareeeejo señoooores, la papa también es comiiiida”.

En horas pos meridiano, como buen sanchopancesco acostumbraba una buena siesta encerrándose en su tienda de la esquina. La municipalidad de Chota estaba encementando las veredas y las piedras labradas azules y grandes que salían de los pretiles aún estaban en la calle. El colegial Santiago Osorio subido en una de ellas, como repasar su cuaderno antes de entrar a clases en el San Juan movía inconscientemente la piedra y estremecía el suelo que resonaba en las casas vecinas. Había despertado a Juan Aquino que de paso, hacía gala de mal humor y abriendo la puerta y viendo de donde procedía el molesto ruido le grita a lo piurano: ¿Oye gordiiiiito qué andas moviendo la pieeeeedra, porqué no te mueves el cuuuulo?







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